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¿Por qué involucrarte en la educación de tus hijos?


Por qué involucrarte en la educación de tus hijos Blog Colegio Pearson Coatzacoalcos

Como padre siempre piensas en darle a tus hijos lo mejor e involucrarte en su educación ayuda a eso. El mejor ejemplo, la mejor formación, la mejor educación, todo esto para brindarles las herramientas que lo ayudarán en el futuro.


Esto para que pueda ser un adulto funcional y autosuficiente. La mejor forma de apoyar el desarrollo académico de tu hijo es acompañándolo en su proceso. Para ello es fundamental que aprendas a conocer algunos aspectos importantes que se relacionan con el aprendizaje de tu hijo.

Para esto usaremos la definición de aprendizaje que Marcy Perkins menciona en su libro Psychology of Learning for Instruction. Lo define como: “...un cambio persistente en el rendimiento humano o potencial de rendimiento, que debe conducirse como resultado de la experiencia de la persona en interacción con el medio”.


Esta definición es sencilla, concisa y nos guiará para ayudarte a comprender dichos aspectos fundamentales, veamos.


Aspectos fundamentales con el aprendizaje de tu hijo.


Información externa


En primer lugar, hablemos sobre la constante forma en que las personas y, por supuesto, los niños, están recibiendo información proveniente de su medio ambiente. El medio en donde nos desarrollamos no es fijo, sino cambiante.


Como padres es importantes que aprendan a identificar cuáles aspectos de la vida de sus hijos pueden controlar y cuáles no. Por ejemplo: pueden brindarles horarios de actividades, marcar un régimen alimentario, apoyarlos con las tareas. Pero, por otro lado, no pueden controlar sus etapas de crecimiento, que el niño crezca más rápido o más lento, la forma en que su hijo procesa la información que recibe.


Estos últimos ejemplos es a lo que Perkins se refiere con el “cambio persistente en el rendimiento humano”, es decir, como padres pueden manejar aspectos superficiales, pueden controlar algunos estímulos del medio de sus hijos para brindarles la mayor estabilidad en su vida, pero no pueden mermar el cambio persistente que se dará por orden natural.


La razón se debe a que dicho cambio es, en su naturaleza pura, el aprendizaje haciendo efecto en el desarrollo de su hijo. Este cambio lo pueden percibir los niños en su medio social, en la escuela y en el hogar.


El potencial de rendimiento


En segundo lugar, tenemos el llamado “potencial de rendimiento” de los niños. El potencial de rendimiento refiere aquello que los niños tienen pero aún no lo descubren. Para esto es importante que se les estimule adecuadamente, así como ayudarlos a liberar todo su potencial acorde de su edad.


Es importante que como padre sepas qué actividades y labores puede desempeñar tu niño de 4 años, o tu adolescente de 14. Esto resulta importante porque como adultos, en ocasiones, solemos exigirle a los más jóvenes que realicen tareas para niños más grandes. Por ejemplo: exigir a un niño de 4 años que haga su tarea solo, cuando en realidad eso, por desarrollo, lo empiezan hacer a los 8-10.


El potencial de rendimiento suele darse de forma natural, siempre y cuando el niño este correctamente estimulado. Por ejemplo: actividades deportivas o artísticas, padres involucrados en el desarrollo de valores y virtudes, diálogo familiar, sistema educativo que vaya de acuerdo a los valores que se enseñan en casa y un grupo social.


La experiencia


En tercer lugar, habla sobre la famosa experiencia. Los padres desean que los hijos comprendan sus experiencias como si hubieran sido los mismos hijos las que las hubieran vivido. Como adulto crees que es suficiente advertirle. Crees que con eso él va a comprender el mensaje, pero la realidad no funciona así y no es porque no lo entiendan, sino porque NO LA HAN VIVIDO.


Puede ser que como adulto a ti te baste la advertencia de otro adulto para saber que hacer o no hacer. Lo anterior para los niños y los jóvenes es irrelevante porque primero deben cometer muchos errores. A este punto también se le suma un hecho interesante que es que lo niños y jóvenes aprenden mejor de sus amigos que de los adultos.


No lo hacen por mala intención, sino porque están en una edad en donde deben aprender por ensayo y error con las personas que son más parecidos a ellos. Eso les resulta menos estresante pues están parejos en igualdad de condiciones sociales y cognitivas.


Otro hecho que, como padre, debes saber en relación a la experiencia del hijo es que, aproximadamente, el cerebro humano termina de desarrollarse a los 25 años siendo el área prefrontal la última en desarrollarse. Esta es la parte del cerebro que coordina las funciones cognitivas más complejas como: la memoria de trabajo, control de movimientos voluntarios, atención, razonamiento, planificación, decisión, control de impulsos y pensamiento abstracto.


Esto quiere decir que los niños y adolescentes están muy lejos de ser una versión adulta de ellos mismos. En definitiva es recomendable que les permitan a sus hijos realizar con sus compañeros o amigos el proceso de ensayo y error, el aprendizaje resulta más significativo para ellos.


La carga emocional


El cuarto punto, lo utilizaremos para tocar otro aspecto de la experiencia que no ha sido mencionado. El cómo endosar una carga emocional a la experiencia hace que esta resulte altamente significativa para su hijo. Todo evento ambiental desencadena una serie de respuestas conductuales en nosotros.


Estas conductas están cargadas de emoción que, más adelante, podrán convertirse en sentimientos. Resulta que cuando el niño aprende por su propia cuenta, este proceso se activa naturalmente. Es decir, la conducta que él haga, se le asociará una emoción genuina, de esta forma el aprendizaje que él adquiera se convierte en propio.


Veamos un ejemplo: un padre le dice a su hijo “por experiencia te digo que no dejes todo al último”. El padre ha tenido una larga trayectoria de experiencias laborales, académicas o sociales en donde ha dejado las cosas al último y el resultado fue desfavorable.


Probablemente a esta experiencia se le puedan asociar sentimientos de vergüenza por llegar tarde, culpa por haber hecho mal el trabajo y quedar mal con el jefe. Resulta obvio que el padre aprendió esa lección, pero de qué le sirve eso al hijo si no ha asociado esos sentimientos con su propia vivencia, es como pedirle a otra persona que experimente la misma emoción que tú, o sea, ¡imposible!



Para lograr lo anterior, aquí algunas acciones prácticas:

  • Fortalecer los canales de comunicación con sus hijos pequeños y adolescentes.

  • Crear un diálogo donde los padres, de acuerdo a la edad de cada hijo, se conecten a su nivel para explicarles detalladamente los efectos de sus decisiones.

  • Desarrollar paciencia en que el proceso de comprensión de cada hijo va de la mano en que vaya viendo y/o experimentando causa y efecto. La importancia de darles explicaciones es que los ayuda a comprender mejor esa relación de causa y efecto para que lleguen a sus propias conclusiones.


¿Estás interesado en más contenido relacionado? Lee nuestro artículo ¿Mi hijo es superdotado?



Este artículo fue escrito para el Colegio Pearson por la Psicóloga Daniela Rodríguez Reulet.





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